
Existen dos trucos perfectos para aliviar el dolor de esas pequeñas quemaduras que, con relativa frecuencia nos hacemos al cocinar. Uno consiste en cortar una patata por la mitad y aplicarla sobre la zona dañada. En el segundo hay que mezclar dos cucharadas de aceite de oliva con una clara de huevo, aplicar sobre la piel y mantener así unos minutos. Cualquiera de los dos da buen resultado.