La mancha que produce el orín de un gato no es difícil de eliminar, al contrario que el olor que parece no irse nunca. Aplica una solución de vinagre o zumo de limón y agua caliente jabonosa. Sécalo muy bien y, a continuación, frota la zona con un paño empapado en amoníaco. Quitarás el desagradable olor y, además, conseguirás que no vuelva a orinarse en el mismo sitio.